Editorial

El 16 de julio de 1990, ocho entidades sociales aragonesas de apoyo a las personas con discapacidad intelectual y sus familias formalizaban su unión para defender los derechos de este colectivo con una sola voz. Nacía la Federación Aragonesa de Asociaciones de Disminuidos Psíquicos (FADIS), que en 1998 se convertiría en FEAPS Aragón, para dar paso en 2016 a Plena inclusión Aragón.

Han pasado 35 años, tantos como entidades conforman hoy la federación autonómica de Plena inclusión. Un movimiento asociativo que no ha dejado de crecer y profesionalizarse, pero que no ha perdido su esencia: la unión de familias que se organizan para mejorar la calidad de vida de sus hijos e hijas, y que sean los protagonistas de su propio futuro.

Celebramos los avances conseguidos en estos años, pero también sabemos lo mucho que queda para que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo gocen una ciudadanía plena y una vida autónoma. Y es que, como reza el lema de este 35º aniversario, “de la historia que hicimos nace el futuro que queremos”.

Hemos alcanzado hitos que a principios de los años 90 parecían inalcanzables. Hoy, las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo son ciudadanas de pleno derecho. Pero, para llegar hasta este punto, se han dado muchos pasos intermedios.

Por ejemplo, se pasó de reclamar que la Administración tuviese la buena voluntad de brindarles unos apoyos básicos a que estos fueran reconocidos como un derecho subjetivo. De cuestionar si tenían o no derecho a la educación, se pasó a exigir una enseñanza inclusiva. O, de un sistema de tutelas, se transitó a otro de provisión de apoyos en la toma de decisiones, y se universalizó el derecho al voto para todas las personas, sean cuales sean sus capacidades.

Nada de esto se habría conseguido sin la unión de aquellas familias pioneras que plantaron la semilla de lo que hoy es Plena inclusión Aragón, ni sin el compromiso y la implicación tanto de la sociedad como de las administraciones públicas, ya que, sin los recursos necesarios, no hay derecho alguno que ejercer.

Pero ninguna conquista es eterna si no se continúa trabajando cada día para consolidar los logros y seguir avanzando en los nuevos retos. Hoy, igual que hace 35 años, necesitamos la unión para seguir adelante. Y esta no será posible sin un necesario relevo generacional, que tome el testigo de aquellas primeras familias y aporte nuevas miradas para que los modelos de atención evolucionen en paralelo a los apoyos que necesite cada persona a lo largo de su vida.

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